domingo, 19 de junio de 2011

Harry: el loro que vomitaba por amor

Los ojos le brillaban y sus plumas resplandecían, pero sus vómitos confundían a su dueño. "¿Estará enfermo?", se preguntaba David. Hasta que un veterinario dio con la respuesta: Harry estaba enamorado.

El objeto de su amor es lo que más sorprende de esta historia.

Harry es un yaco o loro gris africano (Psittacus erithacus) que vive en Irlanda del norte. Sus vómitos, la mayoría de ellos cuando su dueño se acercaba, sólo generaban confusión, ya que Harry lucía saludable.

David no encontró otra opción que llevarlo al veterinario, Dan Flynn, cuyo consultorio queda en Belfast. El primer diagnóstico fue más confuso aún: Harry no estaba enfermo ¿Qué le pasaba entonces? Flynn descubrió que Harry sufría de mal de amores y que su corazón tenía nombre: David.

Lamentablemente para David, esta especie expresa el amor hacia el ser adorado por medio un pequeño vómito, especialmente el macho que, cuando va a cortejar a la hembra, lo que hace es vomitar semillas del buche y se las ofrece. Es como si le estuviera ofreciendo un alimento. Es como decir: 'Estoy tratando de enamorarte' en su lenguaje. También es común que el padre vomite por sus críos cuando son recién nacidos.

Pero, el caso de Harry era diferente. Su ser amado no tenía ni una pluma.

"Hemos tenido casos de loros y periquitos que le vomitan al dueño cuando tienen una relación muy intensa, cuando piensan que el dueño es de su misma especie porque se ha criado desde muy pequeño con humanos", indicó Perpiñán.

Ante esa explicación tan natural ¿cómo se iba a resolver el dilema de Harry?

El divorcio fue lo primero que pensó Flynn, pero pronto se descartó porque no era lo que nadie quería. Así que surgió otra alternativa menos drástica: le sugirieron a David que le consiguiéramos una pareja a Harry para distraer su atención. Y, felizmente, el remedio funcionó.

Ahora Harry tiene una nueva amiga con plumas y David ya no necesita lavar sus camisas todos los días.

1 comentario:

Susana Terrados dijo...

Me encanta esta entrada, qué maravilla la capacidad de algunos animales para...¿amar?
Gracias.
Besos.