La juez se basa, entre otros, en los estudios científicos de Robin Baird en los que el investigador demuestra la causa-efecto de determinado tipo de aparatos cazasubmarinos. El sistema de detección de sumergibles utiliza embarcaciones en las que se coloca un emisor-receptor de ondas de alta intensidad y baja frecuencia, capaces de detectar un objeto a más de 100 kilómetros de distancia.
En este radio, las ballenas ya detectan las ondas, por lo que pueden huir apresuradamente del lugar o, en el peor de los casos, perder el control y varar en las playas tras sufrir graves daños, como hemorragias internas o accidentes de descompresión.
Tras un largo recorrido, la ciencia ha demostrado las posibles causas que provocan los varamientos y muerte de estos mamíferos marinos a través de rigurosos estudios, en una carrera contra el reloj acelerada durante esta última década. Y lo más curioso es la causa que los provoca: según la hipótesis científica más plausible, los animales -delfines, calderones, zifios- identificarían las señales de baja frecuencia de los cazasubmarinos con los infrasonidos emitidos por las orcas, las ballenas asesinas.
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