Los arqueólogos, dirigidos por Fiona Marshall, antropóloga de la Universidad de Washington (Estados Unidos), han podido retroceder a sus primeros días gracias al hallazgo de los 10 esqueletos de burro en una tumba del complejo mortuorio faraónico de Abydos, al sur de El Cairo.
Se desconoce el nombre del Rey que quiso tenerles a su lado en la otra vida, aunque se sabe que vivió 3.000 años a. de C., en la primera dinastía, la época de los faraones Narmer y Aha.
Los sepulcros para enterarles fueron construidos con ladrillos de fango y cubiertos con madera, por los que estaban prácticamente completos. Tan sólo a uno de ellos le faltaba el cráneo, posiblemente por la acción de antiguos saqueadores de tumbas.
Debido a su excepcional conservación, los arqueólogos incluso encontraron pelos y tejido para analizar el ADN y han podido realizar un análisis comparativo de sus huesos con los de los asnos salvajes africanos (somalís y nubios), con fósiles hallados anteriormente y con 53 ejemplares de burros modernos de diferentes continentes.
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