miércoles, 5 de marzo de 2008

Malos tiempos para el unicornio del Ártico

Los cambios en la forma de vida de los esquimales, los inuit, están poniendo en jaque a los narvales Monodon monoceros–, los míticos mamíferos marinos dotados de un largo colmillo de hasta 3 metros que viven en los mares del Polo Norte.



La cultura de los inuit, un pueblo del Ártico canadiense, está íntimamente ligada a la caza de narvales, de los que obtienen alimento y marfil. Ahora, según los científicos, esta caza ha dejado de ser sostenible.

Los jóvenes esquimales no han aprendido las técnicas tradicionales de sus mayores y es frecuente verles disparar con sus rifles a las ballenas de forma indiscriminada. Luego, conseguir una pieza es difícil incluso para el más experto: para que el narval no se hunda, hay que darle en la espina o en el cerebro justo cuando llena de aire sus pulmones y, si queda herido, es probable que escape y muera más tarde.

Según los informes, en Canadá se cazan unos 500 cada año, pero además, cientos de ellos desaparecen bajo las aguas.


Las cifras no permiten hablar de extinción –en el Ártico viven de 40.000 a 70.000 narvales–, pero la Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas (CITES) alerta del peligro que corren si no se controla la venta de sus colmillos, a 125 dólares cada 30 centímetros.

En el oeste de Groenlandia la población de narvales ha pasado de 10.500 en 1986 a 1.500 en 2003, por lo que el gobierno ha limitado a 385 el número de ballenas que permite matar cada año.

El paso siguiente es que los cazadores se comprometan a seguir las antiguas reglas del juego, las mismas que han permitido el desarrollo de la cultura esquimal, en la que los animales tienen un papel fundamental.

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