miércoles, 5 de marzo de 2008

Una esperanza para el conejo

En 1952, el médico francés Armand Delille, ante una plaga de conejos en su finca, decidió inocularse el virus de la mixomatosis con tanto éxito que logró acabar no sólo con los conejos de sus tierras, sino también con buena parte de los de la Península Ibérica, al trasmitirse el virus de unos ejemplares a otros por medio de mosquitos y pulgas. En España, entró en 1953 y en algunas regiones murió entre el 95% y el 100% de los conejos.


A finales de la década de los ochenta, apareció otra epidemia de origen humano: la enfermedad vírica hemorrágica. Ambas enfermedades perviven hoy y tienen en el conejo silvestre a su principal víctima.

El Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria trabaja desde hace 10 años en una vacuna mixta para acabar con ambas enfermedades. En León, el Laboratorio Syva, con el apoyo de la Federación de Caza y la Fundación Biodiversidad, ha desarrollado, a partir de esas investigaciones, una vacuna que, a falta de las últimas pruebas de campo, ha demostrado su eficacia.

La vacuna se coloca en la piel del animal y se trasmite a otros por contacto. No hay trasmisión directa en hembras preñadas. Una vez que los organismos reguladores de medicamentos de España y Europa den su aprobación, la vacuna se podría aplicar en conejos de monte.

La vacunación de animales silvestres es compleja, ya que primero hay que capturarlos en sus madrigueras e inocularles la dosis con rapidez porque los conejos son muy nerviosos. Los ejemplares inoculados actuarían como trasmisores de la vacuna. Por muchas veces que se trasmita de uno a otro, asegura el experto, el virus no se altera genéticamente ni reduce su eficacia.

La vacuna es segura tanto en conejos como en sus depredadores.

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