El sector turístico keniano aporta el 12% del PIB nacional, emplea a casi el 10% de la población activa y creció el último año a un 13%, según datos del Ministerio de Turismo. Pero toda fortaleza tiene su talón de Aquiles, y la fuerte dependencia del turismo somete la economía y la conservación natural a un elemento extremadamente sensible a la incertidumbre; el turismo es, por naturaleza, miedoso.
La industria turística keniana vive sus peores momentos desde hace años. La violencia desatada en el país tras las últimas elecciones ha provocado un desplome en la entrada de extranjeros. José María Roldán, vasco afincado en Nairobi que dirige la agencia Get In Africa Safaris , cuenta que sufrió “un 100% de cancelaciones a partir de enero”, y ello a pesar de que los disturbios no cruzaron la frontera de los parques: “Los que estaban de safari se enteraron por la prensa o por llamadas de sus familiares espantados desde España”, explica. Roldán confía en una pronta recuperación en junio, al término de las lluvias.
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