Existen dos formas de solucionar un problema de conservación de especies. Por un lado, se puede hacer in situ, es decir, aplicar sobre el terreno las actuaciones necesarias. Y, por otro, hacerlo ex situ, mediante la cría en cautividad y su posterior reintroducción.
La lógica implicaría practicar medidas in situ, siempre y cuando fuera posible, sin embargo en España, este fenómeno parece estar ocurriendo a la invers, ya que en los últimos años ha aumentado la cría de aves en cautividad y su reintroducción en el medio natural.
Por si esto fuera poco, los análisis de los principales proyectos de cría en cautividad y de reintroducción de especies de aves amenazadas en España demuestran que sólo un puñado de ellos cumple los requisitos mínimos. Las condiciones que debería reunir un plan de este tipo incluye la idea de que todas las actuaciones ex situ deben realizarse sólo en circunstancias excepcionales.
El consenso científico internacional establece que las actuaciones ex situ también tienen riesgos medioambientales. Los ejemplares recién introducidos pueden contagiar nuevas enfermedades a los autóctonos. En otros casos, se cambian las características genéticas al dar entrada a especies de otras zonas.
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