A 5.000 alevines se les entrena para que acudan a un lugar cuando suena un sonido, con la recompensa de un apetitoso bocado. Luego, los peces se sueltan al mar, y se espera a que crezcan. Cuando pase el tiempo suficiente se repite el tono. Y los animales, obedeciendo al reflejo condicionado, acuden hacia la jaula o la red que servirá para pescarlos.
Filetes de siluro para todos gracias a una burda copia del experimento del ruso Iván Pávlov, que fundó la base de la teoría del reflejo condicionado.
Pero el experimento, según la edición digital de Nature, ha encontrado un inesperado oponente: un grupo ecologista, Food and Water Watch, de Washington, que ha llevado el caso a los tribunales.
Aducen que hay deficiencias en el permiso para la construcción de la jaula submarina que servirá de cobijo a los peces hasta que sean liberados, que esta estructura y el mantenimiento de los animales son contaminantes, y que pueden resultar demasiado atractivas para las especies salvajes, que caerían también en la trampa.
El laboratorio tiene hasta el 5 de septiembre para responder.
Puedes leer el artículo completo, en su medio original.
2 comentarios:
Confieso...yo hice el experimento de Paulov con mi chico. Cada vez que sonaba la alarma de su reloj (a las horas en punto) le daba un beso. Así me echaría de menos cuando yo no estuviera y sonara. ;-)
Cuca que es una eeeeehhh????
ay Mamen Mamen que cualquier día que no estés tu a ver a quien besa...!
pero es buen truco. Me lo apuntaré :D
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