Cuando los pájaros cantan utilizan un metrónomo interior muy preciso que marca los tiempos y les permite mantener un ritmo concreto y constante. Pero, ¿dónde se sitúa ese sofisticado instrumento? Esa es la pregunta que se hicieron los estadounidenses Michael Long y Michale Fee, del Instituto McGovern para la Investigación del Cerebro del MIT. Para responderla decidieron experimentar con el Diamante mandarín (Taeniopygia guttata) enfriando ciertas regiones de su cerebro implicadas en el canto. Si la baja temperatura alteraba la velocidad de la música resolverían el dilema.
Sus pronósticos se cumplieron. Según publican hoy en la revista Nature, reduciendo en 10ºC la temperatura en una zona cerebral conocida como centro vocal superior consiguieron ralentizar la melodía hasta un 30%, lo que indica que el “reloj” que coordina el canto de los pájaros reside en esta zona. El efecto, explican los investigadores, es muy parecido a lo que ocurre cuando hacemos girar lentamente el manubrio de un organillo: cambia el tempo pero no la estructura rítmica de la pieza musical. La comparativa puede escucharse aquí.
“Casi todos nuestros movimientos, desde caminar a hacer acrobacias o tocar el piano, son comportamientos secuenciales”, explica Fee. Utilizando su método de enfriamiento para alterar la velocidad de la actividad del cerebro en otras actividades y animales, incluido el ser humano, los investigadores esperan entender mejor cómo funciona el control del tiempo.
Vía: Muy Interesante.
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