sábado, 11 de abril de 2009

Los simios cambian sexo por carne

Según los autores de un nuevo estudio con chimpancés salvajes publicado en PLoS ONE (Cristina Gomes y Christophe Boesch, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig).

Los humanos y sus primos los chimpancés son raros entre los primates por su costumbre de cazar en grupo y compartir la carne de las presas con sus congéneres. En particular, los machos entregan parte del alimento a hembras que no participan en la caza, una conducta que incitó a los científicos a pensar que el trato consistía en un intercambio por sexo.


"Es cierto que, en otras especies, los machos regalan comida u otros objetos a las hembras buscando sexo", explica a Público la venezolana Gomes. "Pero no había ninguna evidencia en primates. De hecho, la hipótesis de carne por sexo la formuló un antropólogo en la década de 1970, pero referida a humanos. Los primatólogos han buscado pruebas, pero hasta ahora sin éxito", agrega.

Estudios previos no pudieron relacionar éxito de apareamiento y reparto de carne porque se centraron en intercambios a corto plazo, o quizá porque en esos grupos los machos accedían a las hembras por coacción y ellas raramente podían elegir a sus parejas. No en todos los grupos de chimpancés se puede apreciar este comportamiento, pero había indicios de que podía darse, ya que se había observado que el intercambio de favor por favor al espulgarse también se devuelve a largo plazo.

Así, resultados indican que los chimpancés salvajes intercambian carne por sexo, y lo hacen a largo plazo"; es decir, el apareamiento no se produce inmediatamente después del regalo, sino que los machos que comparten duplican su éxito reproductor a largo plazo.

Los autores explican que, aunque los machos reparten más con las hembras en celo, algo predecible por su presencia proporcional en la población, los resultados sostienen la hipótesis también al descontar estos casos. Así, los machos invierten en su reproducción a largo plazo donando estos regalos alimenticios incluso a las hembras que no están en celo. Por su parte, las hembras, que tienen dificultades en obtener carne por sí mismas, aumentan su ingesta de calorías sin sufrir el coste energético y el riesgo potencial de herirse cazando.


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