375 euros es lo que viene a costar la carne de un solo animal, si bien por algunos tipos se pueden llegar a pagar 675 euros. De ahí que las brutales matanzas anuales de delfines mulares y ballenas piloto no sólo siguen sucediendo, sino que su número ha aumentado en Japón a pesar de la condena internacional.
En la primera cacería de la temporada, que comenzó el 1 de septiembre, al menos 100 delfines mulares o nariz de botella y 50 ballenas piloto han sido masacrados y durante los próximos seis meses los pescadores de la ciudad se encargarán de pescar a casi 2.300 delfines de la cuota anual japonesa de 20.000 ejemplares.
Matanza de ballenas en Taiji el pasado 10 de septiembre (Foto: Robert Gilhooly).
En la pesca tradicional, los pescadores persiguen grupos de delfines en mar abierto mientras golpean postes de metal bajo el agua para confundir su sistema de sonar hipersensible. Los animales, agotados, son conducidos a una cala cercada con grandes redes para evitar que escapen y así matarlos a la mañana siguiente con cuchillos y lanzas. Una vez muertos, los cargan en barcos y los llevan al muelle para despedazarlos en un almacén, donde el trabajo de los pescadores se esconde con pesadas persianas.
La condena internacional apenas ha servido para que estas matanzas se lleven a cabo en un relativo secreto desde 2003, cuando dos miembros de la organización ecologista Sea Shepherd liberaron varios delfines encerrados en una cala cercada y preparada para pasarlos a cuchillo.
Los pescadores locales señalan que los delfines y otros cetáceos pequeños no están cubiertos por la moratoria de la caza de ballenas. Lo que los críticos consideran una masacre sin sentido de criaturas inteligentes, ellos lo ven como un ejercicio legítimo de control de plagas: culpan a los delfines de diezmar las poblaciones de peces y defienden su tradición culinaria.
En la primera cacería de la temporada, que comenzó el 1 de septiembre, al menos 100 delfines mulares o nariz de botella y 50 ballenas piloto han sido masacrados y durante los próximos seis meses los pescadores de la ciudad se encargarán de pescar a casi 2.300 delfines de la cuota anual japonesa de 20.000 ejemplares.
Matanza de ballenas en Taiji el pasado 10 de septiembre (Foto: Robert Gilhooly).En la pesca tradicional, los pescadores persiguen grupos de delfines en mar abierto mientras golpean postes de metal bajo el agua para confundir su sistema de sonar hipersensible. Los animales, agotados, son conducidos a una cala cercada con grandes redes para evitar que escapen y así matarlos a la mañana siguiente con cuchillos y lanzas. Una vez muertos, los cargan en barcos y los llevan al muelle para despedazarlos en un almacén, donde el trabajo de los pescadores se esconde con pesadas persianas.
La condena internacional apenas ha servido para que estas matanzas se lleven a cabo en un relativo secreto desde 2003, cuando dos miembros de la organización ecologista Sea Shepherd liberaron varios delfines encerrados en una cala cercada y preparada para pasarlos a cuchillo.
Los pescadores locales señalan que los delfines y otros cetáceos pequeños no están cubiertos por la moratoria de la caza de ballenas. Lo que los críticos consideran una masacre sin sentido de criaturas inteligentes, ellos lo ven como un ejercicio legítimo de control de plagas: culpan a los delfines de diezmar las poblaciones de peces y defienden su tradición culinaria.
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7 comentarios:
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Que desgraciandosss sin palabras
que Disfrutes del domingo
Saludos desde el Mundo Animal
Chris
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Que mala es la gente que pena
un beso y buenas noches
El tema este de matanzas de cetáceos es superior a mis fuerzas,no puedo.
¿Tradiciones culinarias?. Es increible. Estos temas me crispan. Cuando leo este tipo de noticias siempre se me viene a la mente una película "El planeta de los simios". Animalitos, que culpa tendrán ellos de las mentes retorcidas de los humanos que solo se atreven con los más indefensos...
Un beso Perséfone.
El delfín sería un animal intocable. ¡Qué crimenes!
El problema es que las tradiciones y las costumbres están muy arraigadas en determinados países, lo que hace casi imposible un cambio de fondo. En algunos países las vacas son sagradas, y aquí nos las comemos. En muchas regiones africanas se mueren por un puñado de gusanos o de insectos y aquí los aplastamos y los tiramos a la basura... Yo creo que la situación no sería tan llamativa si no se matara a esas especies de una manera tan cruel, porque al fin y al cabo todos comemos carne de animales (la mayoría, vamos) y si viéramos los mataderos y el proceso de matanza posiblemente dejaríamos de hacerlo.
saluditos
Mundo Animal: la verdad es que da una pena inmensa.
*.Jessica.*: Somos máquinas de matar, es un horror.
alvaro: A mí también me toca muchísimo la fibra sensible, sobre todo por las sangrias que organizan. Quizás también tenga que ver que estos animales son los que más admiración y curiosidad me despertiertan.
Ciudadanakeing: Parece mentira, pero las tradiciones culinarias tienen mucho más peso en el mundo de lo que pensamos. Nuestro país, por supuesto, no se escapa de ello (sólo hay que ver la polémica que ha causado últimamente la situación del atún rojo, por ejemplo). Es triste pero al mismo tiempo real como la vida misma.
Capitán Clostridium: intoclable no. Sería sagrado y habría que venerarle. Y más después de las historias que nos han dejado.
Lillu: Tienes muchísima razón. Me ha gustado tu aportación.
Aparte del cruel modo que tienen de matarles es también destacable que la mayoría se traten de especies en grave peligro de extinción.
La realidad es que absolutamente todas las culturas tienen algo que callar en este sentido: El que no caza focas, caza ballenas, o esquilma los mares o desangra a un cerdo para hacer morcillas.
Muchas gracias a todos por vuestra participarción. Un abrazo.
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