Dalton y Sam son dos monos ardilla que nacieron sin poder diferenciar, por su color, un tomate de una pera. Ahora, un grupo de expertos ha logrado corregir su daltonismo dicromático (eran incapaces de percibir el color rojo) mediante terapia génica.
Tras entrenar a Dalton y a Sam en distintas tareas que, a posteriori, permitiesen reconocer un cambio en la percepción del color, los expertos les transfirieron un gen humano encargado de producir el pigmento rojo. Como portador de este material genético se eligió un adenovirus inocuo que se inyectó, en tres dosis, en la retina de cada ojo. Pasado un tiempo, se produjo una proteína, la opsina, con la que se creó el pigmento sensible al rojo.
Para comprobar los cambios en la visión, se emplearon pruebas similares a los que se utilizan en humanos. En este sentido, se les pidió identificar los puntos de color dentro de una serie de grises.
Además de probar la eficacia de esta técnica, los autores del trabajo subrayan que sus resultados desmontan la teoría de que los trastornos congénitos de la visión sólo pueden corregirse en la infancia (momento en el que el cerebro cuenta con los mayores niveles de plasticidad). En esta línea, indican que "la condición tricromática puede surgir simplemente añadiendo una tercera clase de conos y no requiere un proceso de desarrollo temprano".
Tras entrenar a Dalton y a Sam en distintas tareas que, a posteriori, permitiesen reconocer un cambio en la percepción del color, los expertos les transfirieron un gen humano encargado de producir el pigmento rojo. Como portador de este material genético se eligió un adenovirus inocuo que se inyectó, en tres dosis, en la retina de cada ojo. Pasado un tiempo, se produjo una proteína, la opsina, con la que se creó el pigmento sensible al rojo.
Para comprobar los cambios en la visión, se emplearon pruebas similares a los que se utilizan en humanos. En este sentido, se les pidió identificar los puntos de color dentro de una serie de grises.
Foto: AP | Vista en BBC Mundo.
Cada vez que diferenciaron el patrón correcto, recibieron recompensas. Pasadas cinco semanas del tratamiento, los animales ya veían todos los colores; a las 20, los umbrales de visión del azul, verde y rojo se incrementaron marcadamente. Después de dos años, esta mejoría se mantuvo estable.Además de probar la eficacia de esta técnica, los autores del trabajo subrayan que sus resultados desmontan la teoría de que los trastornos congénitos de la visión sólo pueden corregirse en la infancia (momento en el que el cerebro cuenta con los mayores niveles de plasticidad). En esta línea, indican que "la condición tricromática puede surgir simplemente añadiendo una tercera clase de conos y no requiere un proceso de desarrollo temprano".
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