Se llama Gipsy, tiene 51 años y, junto con otros cuatro orangutanes, vive en el zoológico Tama de Japón.
Esta curiosa hembra de orangutána saltado a la fama porquedurante varias peleas entre dos de sus compañeros no dudó en intervenir para poner fin a las disputas. Y, lo más curioso de todo es que lo hizo siempre de manera totalmente pacífica, sin agredir a ninguno de los implicados, un comportamiento que, además de haber sido captado en vídeo, ha sorprendido a los investigadores al tratarse de la primera vez que se observa algo así en orangutanes que viven en cautividad.
El conflicto se desencadenó con la llegada de Kiki, una joven hembra de seis años procedente de un zoo de Indonesia que no fue muy bien recibida por Chappy (34 años). Tras convivir en el mismo compartimento con Gipsy durante tres meses, Kiki fue trasladada a las dependencias de Chappy. La convivencia duró poco ya que las continuas agresiones que sufrió por parte de su nueva compañera obligaron a los trabajadores del zoo a separarles tan sólo 13 días después.
En estas dos semanas, Kiki sufrió nada menos que 28 agresiones. En 19 ocasiones, su vecina Gipsy -la protagonista de esta historia- actuó como mediadora, lo que también provocó que los siguientes ataques fueron espaciándose y tardaron más en volver a producirse. En una ocasión, también entró en escena para separar a los compañeros Poppy, un macho de siete años. La agresora, por su parte, sólo atacó a la 'pacificadora' una vez (le dio una patada).
Por lo que respecta a Kiki, sólo pudo estar tranquila durante tres de los trece días en los que convivió con su agresiva compañera.
Y es que, aunque los orangutanes salvajes son considerados animales bastante solitarios, varios estudios han mostrado que entre los ejemplares que viven en cautividad son frecuentes las interacciones sociales, entre las que se incluyen las agresiones.
En el caso de los gorilas de montaña, ya se habían observado intervenciones de algunos animales para resolver conflictos. Normalmente, actúan en conflictos con los machos de espalda plateada (silverbacks) para impedir agresiones graves. También en los chimpancés se da este tipo de comportamiento.
Sostienen los investigadores que este comportamiento juega un importante papel a la hora de resolver episodios de violencia entre orangutanes que, como en este caso, comparten un espacio limitado. Incluso es posible que estos simios promuevan activamente la coexistencia pacífica con otros individuos.
El objetivo de la mediación parece ser proteger a su nueva compañera de agresiones violentas.
Durante la investigación se observó que los orangutanes reaccionaban siempre ante un ataque físico pero no siempre cuando se producían persecuciones, lo que sugiere que son capaces de distinguir la gravedad de diferentes tipos de agresiones.
Esta curiosa hembra de orangutána saltado a la fama porquedurante varias peleas entre dos de sus compañeros no dudó en intervenir para poner fin a las disputas. Y, lo más curioso de todo es que lo hizo siempre de manera totalmente pacífica, sin agredir a ninguno de los implicados, un comportamiento que, además de haber sido captado en vídeo, ha sorprendido a los investigadores al tratarse de la primera vez que se observa algo así en orangutanes que viven en cautividad.
El conflicto se desencadenó con la llegada de Kiki, una joven hembra de seis años procedente de un zoo de Indonesia que no fue muy bien recibida por Chappy (34 años). Tras convivir en el mismo compartimento con Gipsy durante tres meses, Kiki fue trasladada a las dependencias de Chappy. La convivencia duró poco ya que las continuas agresiones que sufrió por parte de su nueva compañera obligaron a los trabajadores del zoo a separarles tan sólo 13 días después.
En estas dos semanas, Kiki sufrió nada menos que 28 agresiones. En 19 ocasiones, su vecina Gipsy -la protagonista de esta historia- actuó como mediadora, lo que también provocó que los siguientes ataques fueron espaciándose y tardaron más en volver a producirse. En una ocasión, también entró en escena para separar a los compañeros Poppy, un macho de siete años. La agresora, por su parte, sólo atacó a la 'pacificadora' una vez (le dio una patada).
Por lo que respecta a Kiki, sólo pudo estar tranquila durante tres de los trece días en los que convivió con su agresiva compañera.
Y es que, aunque los orangutanes salvajes son considerados animales bastante solitarios, varios estudios han mostrado que entre los ejemplares que viven en cautividad son frecuentes las interacciones sociales, entre las que se incluyen las agresiones.
En el caso de los gorilas de montaña, ya se habían observado intervenciones de algunos animales para resolver conflictos. Normalmente, actúan en conflictos con los machos de espalda plateada (silverbacks) para impedir agresiones graves. También en los chimpancés se da este tipo de comportamiento.
Sostienen los investigadores que este comportamiento juega un importante papel a la hora de resolver episodios de violencia entre orangutanes que, como en este caso, comparten un espacio limitado. Incluso es posible que estos simios promuevan activamente la coexistencia pacífica con otros individuos.
El objetivo de la mediación parece ser proteger a su nueva compañera de agresiones violentas.
Durante la investigación se observó que los orangutanes reaccionaban siempre ante un ataque físico pero no siempre cuando se producían persecuciones, lo que sugiere que son capaces de distinguir la gravedad de diferentes tipos de agresiones.
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4 comentarios:
Lo que más me ha sorprendido es el respeto que tiene ganado entre los suyos; con un simple gesto los apacigua.
Un abrazo.
Muy interesante. Vamos, me ha encantado!
que bueno, muchos humanos carecemos de ese comportamientode echo nosotros somos mas de echar leña al fuego
Al final va a resultar que son mucho más civilizados que muchos humanos, para que tomen ejemplo. Saludos.
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