domingo, 28 de marzo de 2010

Asnos que tratan a pacientes con esquizofrenia o epilepsia

La asociación Andrea de Allariz está a punto de inaugurar en la aldea de San Salvador dos Penedos un centro dedicado a la protección y uso del burro en el tratamiento de personas con discapacidad. Las instalaciones de O Rexo, también en Allariz, se les quedaban pequeñas y en San Salvador había espacio de sobra. Un convenio con el ayuntamiento facilitó el traslado.

La psicóloga de la organización que desde 2005 ha recogido más de 40 animales abandonados (algunos con signos de maltrato y la mayoría viejos), asegura que los dueños de los burros se hacen mayores y dejan la agricultura, cada vez menos necesitada de la fuerza motriz del asno.

A veces se les busca una nueva familia bajo la promesa de que no serán usados para el trabajo, ya que en el nuevo rural el burro ya no lleva el arado ni carga las gavillas, sino que es animal de compañía, atrezo en casas de turismo rural y limpiador de pastos. Al menos éstas son las peticiones de los que acuden a Andrea para hacerse con alguno de los burros abandonadosm, una demanda que ha aumentado de tal modo en los últimos años que incluso tiene lista de espera para adoptar.

Por otro lado, los animales que se quedan sin familia y están en buenas condiciones -un burro suele vivir unos 30 años, pero puede llegar a los 40 si ha tenido una vida tranquila- pasan a formar parte del equipo terapéutico.

Un asno puede aumentar la calidad de vida de personas con demencia senil, epilepsia, lesión medular, hiperactividad o esquizofrenia, entre otros trastornos. Mejora la memoria, la lateralidad, la dimensión espacio-temporal y favorece la relajación. El secreto, su proximidad afectiva con la gente del rural, la principal receptora de la asnoterapia.

El equipo de burros sanadores es actualmente de una decena de ejemplares. En los próximos meses, dos burras parirán otros dos nuevos inquilinos, que tienen todas las posibilidades de quedarse en Andrea como mediadores terapéuticos, como se les conoce en la asociación, aunque tienen un segundo apelativo, más familiar, que usan los pacientes. Son siempre nombres de persona, como Esperanza, Candela o Salvador, en homenaje a la aldea que será su próximo hogar.

La asnoterapia no es muy conocida en España, pero sí en Francia y en Inglaterra, donde lleva décadas practicándose. Los trabajadores de Andrea, todos ellos altruistas, se formaron en Normandía y en tiempos difíciles tuvieron que enviar sus burros a Inglaterra. También los reciben, como la pareja de burros de las Encartaciones (procedente del País Vasco y en serio peligro de extinción) que pronto tendrá descendencia. El resto de la plantilla la conforman animales gallegos o fariñeiros, usados para transportar el cereal hasta el molino y también en declive desde que en las casas no se hace pan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Increible. Los animales no ayudan siempre, que irnocio cuando nosotros los usamos siempre al reves.

Un abrazo.