Según afirman científicos de los Institutos alemanes Max Planck y Leibniz, en Jena, y la Universidad de Regensburg (Alemania), en un estudio publicado en la revista Nature Chemical Biology, un género de avispas excavadoras lleva millones de años recurriendo a una combinación de antibióticos -un principio mucho más reciente en la medicina humana- para proteger a sus crías de infecciones y hongos.
Se trata de las avispas del género Philantus, que emplean un cóctel de nueve antibióticos, producido por las bacterias beneficiosas con las que conviven, para recubrir los capullos de sus larvas y proteger así a sus crías.
Hasta ahora se conocía esta relación simbiótica de la avispa y las bacterias para producir el antibiótico, pero no de que se tratara de una combinación de sustancias.
Este género de avispas, a diferencia de las abejas que alimentan a sus larvas de pólen y néctar, viven bajo tierra y nutren a su prole con insectos, por lo que están expuestos a un alto riesgo de contraer infecciones bacteriológicas u hongos a causa de la humedad.
Mediante el uso de una innovadora técnica de imagen por espectrometría en masas, el equipo de investigadores pudo comprobar que los antibióticos se encuentran principalmente en la superficie exterior del capullo, lo que reduce el riesgo de que las larvas en su interior padezcan efectos secundarios.
Otros insectos capaces de cultivar bacterias productoras de antibióticos -las hormigas cortahojas y algunos escarabajos- emplean estas sustancias para salvaguardar los hongos de los que se nutren. Sin embargo, eestas avispas buscan proteger directamente a sus larvas.
Estos antibióticos, producidos por bacterias del género Streptomyces, a pesar de no haber sido nunca hallados en combinación ya eran conocidos y su potencial para la medicina está siendo investigado por otros científicos.
Se trata de las avispas del género Philantus, que emplean un cóctel de nueve antibióticos, producido por las bacterias beneficiosas con las que conviven, para recubrir los capullos de sus larvas y proteger así a sus crías.
Hasta ahora se conocía esta relación simbiótica de la avispa y las bacterias para producir el antibiótico, pero no de que se tratara de una combinación de sustancias.
Este género de avispas, a diferencia de las abejas que alimentan a sus larvas de pólen y néctar, viven bajo tierra y nutren a su prole con insectos, por lo que están expuestos a un alto riesgo de contraer infecciones bacteriológicas u hongos a causa de la humedad.
Mediante el uso de una innovadora técnica de imagen por espectrometría en masas, el equipo de investigadores pudo comprobar que los antibióticos se encuentran principalmente en la superficie exterior del capullo, lo que reduce el riesgo de que las larvas en su interior padezcan efectos secundarios.
Otros insectos capaces de cultivar bacterias productoras de antibióticos -las hormigas cortahojas y algunos escarabajos- emplean estas sustancias para salvaguardar los hongos de los que se nutren. Sin embargo, eestas avispas buscan proteger directamente a sus larvas.
Estos antibióticos, producidos por bacterias del género Streptomyces, a pesar de no haber sido nunca hallados en combinación ya eran conocidos y su potencial para la medicina está siendo investigado por otros científicos.
Fuente de la noticia: RTVE.
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