Señalar a un sospechoso en una rueda de reconocimiento y describir su apariencia a un dibujante de la policía son dos maneras distintas de rescatar al culpable de nuestra memoria. Sin embargo, estos procesos de reconocimiento y recuerdo no son exclusivos de las personas. Así lo asegura un estudio con macacos desarrollado por dos científicos de la Universidad de Emory (Atlanta, EEUU), con Benjamin M. Basile a la cabeza, que demuestra que estos primates son capaces de reconocer figuras ya vistas e incluso recrear objetos de memoria.
Cuando nos encontramos ante algo ya alojado en nuestro cerebro, podemos recuperarlo ya sea mediante el recuerdo -si ese algo está ausente- o reconocerlo al verlo. Al mismo tiempo, existen dos formas de reconocimiento: por una parte, algo puede resultarnos familiar sin que seamos capaces de identificar exactamente por qué. Por otra, quizá lo recordemos con mayor precisión y hasta sepamos en qué circunstancias lo habíamos visto con anterioridad. Bien, a los macacos les sucede exactamente lo mismo. De hecho, estos monos y los humanos obtuvieron resultados similares en pruebas de memoria acerca de estas cuestiones.
Basile y su colega entrenaron a cinco macacos para que superasen una prueba llamada figura compleja de Rey-Osterrieth. Durante el experimento, los monos tuvieron que reproducir la figura sobre una pantalla táctil. Allí, vieron dos o tres cajas de colores sobre una cuadrícula y, al cabo de un rato, parte del dibujo cambiaba del lugar. La tarea del macaco era recolocar las piezas en el lugar adecuado para obtener el dibujo original.
Si el animal acertaba, recibía comida como recompensa. Si fallaba, la prueba se detenía, la pantalla se quedaba en negro y el macaco se quedaba sin alimento. Al concluir las pruebas, los investigadores comprobaron que los monos recolocaron correctamente las cajas con más precisión de la esperada por mera probabilidad estadística. No contestaban 'a boleo'. Los resultados apuntaban que efectivamente los macacos recuerdan.
Lo curioso es que los científicos también observaron que los animales transferían sus habilidades mnemotécnicas a figuras completamente ajenas a las del entrenamiento inicial. Para comprobar si los resultados del experimento obedecían a un comportamiento aprendido, los monos se enfrentaron a figuras nuevas de tres cajas. De nuevo, sus aciertos estaban por encima de la casualidad.
Tras su descubrimiento en macacos, los investigadores aventuran que la capacidad de recuerdo no depende del lenguaje. Quizás, esa habilidad estuvo ya presente en un antepasado común de estos primates y los humanos hace 30 millones de años. La capacidad de recordar es necesaria para planificare imaginar y puede aumentar el comportamiento social y otras capacidades cognitivas.
Los investigadores especulan que los macacos salvajes quizás recuerden el aspecto de otros monos que conozcan, rememoren esa comida que tanto les gusta o sean capaces de evocar el camino para conseguir agua. No obstante, estos expertos también admiten la posibilidad de que en la práctica los macacos hagan un uso más limitado de sus recuerdos. Lo seguro es que recuerdan.
Cuando nos encontramos ante algo ya alojado en nuestro cerebro, podemos recuperarlo ya sea mediante el recuerdo -si ese algo está ausente- o reconocerlo al verlo. Al mismo tiempo, existen dos formas de reconocimiento: por una parte, algo puede resultarnos familiar sin que seamos capaces de identificar exactamente por qué. Por otra, quizá lo recordemos con mayor precisión y hasta sepamos en qué circunstancias lo habíamos visto con anterioridad. Bien, a los macacos les sucede exactamente lo mismo. De hecho, estos monos y los humanos obtuvieron resultados similares en pruebas de memoria acerca de estas cuestiones.
Basile y su colega entrenaron a cinco macacos para que superasen una prueba llamada figura compleja de Rey-Osterrieth. Durante el experimento, los monos tuvieron que reproducir la figura sobre una pantalla táctil. Allí, vieron dos o tres cajas de colores sobre una cuadrícula y, al cabo de un rato, parte del dibujo cambiaba del lugar. La tarea del macaco era recolocar las piezas en el lugar adecuado para obtener el dibujo original.
Si el animal acertaba, recibía comida como recompensa. Si fallaba, la prueba se detenía, la pantalla se quedaba en negro y el macaco se quedaba sin alimento. Al concluir las pruebas, los investigadores comprobaron que los monos recolocaron correctamente las cajas con más precisión de la esperada por mera probabilidad estadística. No contestaban 'a boleo'. Los resultados apuntaban que efectivamente los macacos recuerdan.
Lo curioso es que los científicos también observaron que los animales transferían sus habilidades mnemotécnicas a figuras completamente ajenas a las del entrenamiento inicial. Para comprobar si los resultados del experimento obedecían a un comportamiento aprendido, los monos se enfrentaron a figuras nuevas de tres cajas. De nuevo, sus aciertos estaban por encima de la casualidad.
Tras su descubrimiento en macacos, los investigadores aventuran que la capacidad de recuerdo no depende del lenguaje. Quizás, esa habilidad estuvo ya presente en un antepasado común de estos primates y los humanos hace 30 millones de años. La capacidad de recordar es necesaria para planificare imaginar y puede aumentar el comportamiento social y otras capacidades cognitivas.
Los investigadores especulan que los macacos salvajes quizás recuerden el aspecto de otros monos que conozcan, rememoren esa comida que tanto les gusta o sean capaces de evocar el camino para conseguir agua. No obstante, estos expertos también admiten la posibilidad de que en la práctica los macacos hagan un uso más limitado de sus recuerdos. Lo seguro es que recuerdan.
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