Las abejas se han convertido en los primeros invertebrados que sufren este estado anímico, un rasgo cognitivo supuestamente limitado a especies animales 'superiores'.
Es la conclusión principal del estudio realizado por Melissa Bateson y Geraldine Wright, de la Universidad de Newcastle, que refleja que la respuesta de estos insectos "tiene mucho más en común con la de los vertebrados de lo que se pensaba anteriormente", asegura Wright.
Estos hallazgos sugieren que "pueden expresar emociones, aunque no lo hacen de manera consciente como los humanos".
Los biólogos entrenaron a los insectos para identificar un olor dulce con una recompensa (azúcar) y uno amargo con un castigo (quinina). Cuando aprendieron a diferenciar los olores, dividieron a la colmena en dos y sometieron a una de las dos partes a un test de estrés.
Cuando se volvieron a exponer los dos olores, y una combinación de ambos, los individuos estresados (las 'agitadas') mostraban menor interés hacia el olor que identificaban con el castigo, la quinina, y lo consumían menos que el resto de ejemplares de la colmena.
Así, según los autores, sus expectativas hacia el sabor amargo (quinina) eran mayores, lo que refleja que hacían un juicio más negativo o pesimista de la situación.
"Las abejas estresadas por el ataque de un depredador simulado exhiben el mismo pesimismo que se puede apreciar en personas deprimidas o ansiosas", explica Wright. Aunque "no lo experimentan de manera consciente como los humanos", matiza la investigadora.
Según publica Wired, estas pruebas podrían parecer muy simpes comparadas con la riqueza de las emociones humanas, pero son la herramienta más objetiva para comparar la capacidad cognitiva de las distintas especies.
Es la conclusión principal del estudio realizado por Melissa Bateson y Geraldine Wright, de la Universidad de Newcastle, que refleja que la respuesta de estos insectos "tiene mucho más en común con la de los vertebrados de lo que se pensaba anteriormente", asegura Wright.
Estos hallazgos sugieren que "pueden expresar emociones, aunque no lo hacen de manera consciente como los humanos".
Los biólogos entrenaron a los insectos para identificar un olor dulce con una recompensa (azúcar) y uno amargo con un castigo (quinina). Cuando aprendieron a diferenciar los olores, dividieron a la colmena en dos y sometieron a una de las dos partes a un test de estrés.
Cuando se volvieron a exponer los dos olores, y una combinación de ambos, los individuos estresados (las 'agitadas') mostraban menor interés hacia el olor que identificaban con el castigo, la quinina, y lo consumían menos que el resto de ejemplares de la colmena.
Así, según los autores, sus expectativas hacia el sabor amargo (quinina) eran mayores, lo que refleja que hacían un juicio más negativo o pesimista de la situación.
"Las abejas estresadas por el ataque de un depredador simulado exhiben el mismo pesimismo que se puede apreciar en personas deprimidas o ansiosas", explica Wright. Aunque "no lo experimentan de manera consciente como los humanos", matiza la investigadora.
Según publica Wired, estas pruebas podrían parecer muy simpes comparadas con la riqueza de las emociones humanas, pero son la herramienta más objetiva para comparar la capacidad cognitiva de las distintas especies.
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1 comentario:
Ainsss me siento identificada!
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