domingo, 22 de enero de 2012

El pergolero crea una ilusión óptica para conquistar a las hembras

En el enrevesado mundo de las artes amatorias y el cortejo de las parejas, un pájaro australiano es el más 'pájaro' de todos. Es el pergolero un maestro de la seducción, el Don Juan de las aves. Y es que los machos de la especie han diseñado un elaborado ritual para atraer a las hembras de la especie y conseguir aparearse con ellas mediante la recreación de una pequeña 'trampa': crean una ilusión óptica con la que las hembras se quedan perplejas.

Un reciente estudio elaborado por Laura Kelley y John Endler, de la Universidad de Deakin (Australia), concluye que las hembras eligen a los machos que realizan las mejores versiones de esta ilusión.

Lo primero que hacen es construir una gran estructura, como si fuera un 'túnel' y parecido a una pérgola, con las ramas de los árboles con la que consiguen que las hembras se paren cuando pasan por delante. Para captar su atención, los pergoleros reúnen una gran colección de huesos, conchas, piedras y diferentes objetos con los que forman un lecho que se conoce como gesso, un material al blanco similar al yeso. Pasan horas y horas colocándolo en la parte final del túnel, escogiendo cuidadosamente donde situar cada objeto.

La perspectiva de una hembra situada frente a la ’avenida’ de un pergolero.

Los materiales más grandes los colocan en la parte más alejada de la salida de la pérgola y los pequeños los ponen más cerca, en forma de triángulo, como si fuera una alfombra. Todo el conjunto se conoce como la 'avenida' del pergolero, y aunque pueda parecer un nido, solo se usa para el cortejo. Como los objetos parecen más pequeños con la distancia, consiguen crear la sensación de que son del mismo tamaño y que el área es más pequeña de lo que parece. Pero no es real, es una ilusión óptica conocida como perspectiva forzada.

La atención ya está captada. Sólo queda un paso: cautivar a las hembas. Cuando se paran a contemplar semejante espectáculo, el macho da paso al truco final. Exhibe sus tesoros -objetos brillantes, piezas de fruta, metales- y se los muestra uno a uno, esparciéndolos con el pico delante de ella. La hembra no hace otra cosa sino contemplar el espéctaculo. Mientras, el macho, aprovecha la situación y da la vuelta para situarse detrás de la hembra y conseguir su objetivo. Aparearse.













No obstante, los investigadores señalan que no está claro porqué la ilusión está ligada al éxito del apareamiento, aunque una de las posibilidades que reflejan los autores es que los objetos brillantes captan mejor la atención de las hembras cuando el gesso está repartido de forma más uniforme.


2 comentarios:

Toupeiro dijo...

Buena técnica, aunque un poco trabajosa, entre el antes y el después el pobre macho se quedará para el arrastre. Me estoy pensando en cómo podemos aplicar ese procedimiento los humanos por un módico precio energético.

Feliz Tarde noche.

Perséfone dijo...

Toupeiro - Te aseguro que entre la fauna nocturna que habita en las discotecas pueden observarse técnicas más trabajosas -e insistentes- aún. Y lo mejor de todo es que la mayoría de las veces, fracasan.

¡Cuánto tiene que aprender el ser humano de otros "bichos"! Jeje.

Muchas gracias por pasar.

Un abrazo.