viernes, 30 de marzo de 2012

Un pesticida común, posible culpable de matar a las abejas

La desaparición masiva de cientos de millones de abejas en todo el mundo preocupa a los científicos desde hace varios años. El número de estos insectos ha disminuido de forma desmesurada, una crisis que llaman el problema del colapso de las colonias y cuyo origen todavía no ha sido resuelto.

Ahora, dos investigaciones, un británica y otra francesa, señalan que un pesticida ampliamente utilizado para proteger los cultivos puede ser el causante de esta trágica desaparición. Según los investigadores, el plaguicida desorienta a estos insectos hasta el punto de que son incapaces de regresar a su colmena, reduce el tamaño de las colonias y hace desaparecer a las reinas.

Los investigadores ya habían propuesto múltiples causas para dar una explicación al brutal descenso de abejas, incluidos los pesticidas, pero no estaba claro cómo producían el daño. Los dos nuevos trabajos se fijan en los efectos de los insecticidas neonicotinoides, que fueron introducidos en los 90 y se han convertido en uno de los más utilizados en cultivos de todo el mundo.

En el estudio de la británica Universidad de Stirling, el equipo expuso colonias de abejorro común a niveles bajos de un neonicotinoide llamado imidacloprid. Las dosis fueron comparables a las que las abejas reciben con frecuencia en la naturaleza. Después, los investigadores colocaron las colonias en un lugar cerrado donde los ejemplares podían buscar comida en condiciones naturales durante seis semanas. Al principio y al final del experimento, los investigadores pesaron cada uno de los nidos de abejorro -que incluía a los insectos, la cera, la miel, las larvas y el polen- para determinar cuánto había crecido la colonia.

Comparadas con las colonias de control que no habían sido expuestas al pesticida, las colonias tratadas ganaron menos peso, lo que sugiere que había entrado menos comida. Las colonias tratadas eran de un 8 a un 12% más pequeñas que las de control al final del experimento y el porcentaje de producción de reinas se redujo en un 85%. Este último hallazgo es particularmente importante porque significa que habrá muchos menos nidos el próximo año.

El segundo informe, de un equipo del Instituto Nacional Francés para la Investigación Agrícola (INRA), en Avignon, descubrió que la exposición a un segundo pesticida neonicotinoide afecta a la capacidad de orientación de las abejas, provocando que muchas mueran.

Los científicos pegaron al tórax de las abejas un identificador por radiofrecuencia, unos microchips que permiten realizar un seguimiento de sus movimientos. Después, los investigadores dieron a algunas de las abejas una dosis no mortal de plaguicida tiametoxam. Comparados con los que no fueron expuestos a plaguicidas, los insectos tratados tenían de dos a tres veces más probabilidades de morir fuera de sus colmenas. Los científicos franceses creen que, probablemente, estas muertes se produjeron debido a que el plaguicida interfirió con los sistemas de orientación de las abejas.

En la segunda parte de su estudio, los investigadores utilizaron los datos del experimento de seguimiento para desarrollar un modelo matemático que pueda predecir el futuro de la abejas expuestas a este tóxico. Los resultados fueron nefastos: el modelo señaló que las poblaciones de abejas expuestas a este pesticida pueden disminuir hasta un punto prácticamente irrecuperable.

Los autores señalan que a pesar de que a los fabricantes se les exige que sus dosis de pesticidas permanezcan por debajo de los niveles letales para las abejas, los estudios utilizados para determinar ese nivel de mortalidad probablemente han subestimado las formas en que los productos pueden matar a las abejas indirectamente, por ejemplo, al interferir con sus sistemas de orientación y modificar su conducta.

Los abejorros y las abejas juegan un papel fundamental en la polonización de las plantas con flores, incluidos muchos de los principales cultivos de frutas y hortalizas. Cada año, por ejemplo, colmenas de abejas se transportan para ayudar a la polinización de los cultivos de almendras, manzanas o arándanos. Sin ellas, la humanidad se juega su supervivencia.

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