viernes, 27 de julio de 2012

Los cuervos resuelven el problema planteado en una fábula de Esopo

Una conocida fábula de Esopo narra la historia de un cuervo sediento y una jarra. El ave descubre que la cantidad de agua es muy escasa y, a pesar de sus esfuerzos, no llega con el pico. En vez de desesperarse, el cuervo le da a la sesera y mete dentro de la jarra toda las piedras que encuentra. El nivel del agua sube y puede por fin beber. La historia, cuya moraleja dice que los problemas agudizan el ingenio, tiene mucho que ver con la realidad.

Como en la fábula, los cuervos son muy inteligentes. Así lo han demostrado en una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Cambridge, en la que tenían que extraer un regalo de un vaso medio vacío. No solo lo hicieron sorprendentemente bien, sino que mostraron patrones de comportamiento parecidos a los de los niños de hasta 8 años de edad.

En el estudio, dirigido por Nicola Clayton, de la Universidad de Cambridge, los investigadores utilizaron una versión del acertijo comúnmente conocido como «la fábula de Esopo» para poner a prueba el aprendizaje asociativo y la capacidad de resolución de problemas de estas aves. En anteriores trabajos, los investigadores presentaron a los pájaros un vaso parcialmente lleno de agua, con un gusano flotando fuera de su alcance. A las aves también se les ofrecieron diferentes herramientas, como rocas o bloques de espuma de poliestireno, y fueron capaces de averiguar qué elementos, cuando se dejan caer en el vaso, harían que el nivel del agua se elevara para que pudieran llegar al delicioso convite.

En la actual investigación, los científicos probaron la capacidad de los niños de entre 4 y 10 años de edad en una tarea similar: la recuperación de un símbolo flotante en una serie de escenarios diferentes. Los investigadores encontraron que los niños de entre 5 y 7 años actuaban de forma similar a las aves; ambos aprendieron a realizar la tarea después de cinco intentos. Los niños de 8 años y mayores tuvieron éxito en todas las tareas en su primer intento.

De acuerdo con Lucy Cheke, principal autora de la publicación, el objetivo principal del estudio era ver si las aves y los niños aprenden de la misma manera. Y cree que, según los resultados, parece que no lo hacen: las aves eran incapaces de aprender cuando algo aparentemente imposible sucedía, mientras que los niños lo hacían incluso si no tenían idea de por qué ocurría.


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