Un reciente estudio, considerado como la primera evaluación global que toma en cuenta toda la información disponible, pone de manifiesto que millones de tortugas marinas murieron en las dos últimas décadas por consecuencia de la captura accidental en el Mediterráneo y en el este del Océano Pacífico. Afirma, además, que seis de las siete variedades de tortugas afectadas por el problema se encuentran en la Lista Roja de Especies Amenazadas.
No es de extrañar, por tanto, que los propios autores de dicho informe se hayan apresurado a lannzar un llamamiento para que se utilicen equipos de pesca más seguros para las tortugas, como anzuelos circulares en vez de los convencionales en forma de gancho o el hecho de colocar en las redes trampas que permitan a los reptiles escapar de los sistemas de pesca de arrastre.
El problema es que muchas empresas pesqueras se resisten a adoptar estos métodos porque sostienen que reduce la pesca, a lo que se le suma la circunstancia de que en algunos países en vías de desarrollo estos métodos no están disponibles.
Cabe señalar que otros problemas demasiado extendidos afectan también a la supervivencia de estos animales, como la caza y el comercio ilegal (son buscadas por su carne y por sus caparazones, que se usan para la fabricación de adornos), la basura del océano (puede hacer que se ahoguen) o el desarrollo en las regiones costeras (puede afectar la formación de nidos y la reproducción).
Por citar un solo ejemplo, se estima que el número de tortugas laúd cayó en más del 75% entre 1982 y 1996. Por ello, si no queremos que estas cifras sigan aumentando a toda prisa, debemos esforzarnos al máximo para proteger a la especie y, por supuesto, ser consciente de que con un pequeño gesto (como tirar una bolsa al mar) podemos estar causando un daño inimaginable.
No es de extrañar, por tanto, que los propios autores de dicho informe se hayan apresurado a lannzar un llamamiento para que se utilicen equipos de pesca más seguros para las tortugas, como anzuelos circulares en vez de los convencionales en forma de gancho o el hecho de colocar en las redes trampas que permitan a los reptiles escapar de los sistemas de pesca de arrastre.
El problema es que muchas empresas pesqueras se resisten a adoptar estos métodos porque sostienen que reduce la pesca, a lo que se le suma la circunstancia de que en algunos países en vías de desarrollo estos métodos no están disponibles.
Cabe señalar que otros problemas demasiado extendidos afectan también a la supervivencia de estos animales, como la caza y el comercio ilegal (son buscadas por su carne y por sus caparazones, que se usan para la fabricación de adornos), la basura del océano (puede hacer que se ahoguen) o el desarrollo en las regiones costeras (puede afectar la formación de nidos y la reproducción).
Por citar un solo ejemplo, se estima que el número de tortugas laúd cayó en más del 75% entre 1982 y 1996. Por ello, si no queremos que estas cifras sigan aumentando a toda prisa, debemos esforzarnos al máximo para proteger a la especie y, por supuesto, ser consciente de que con un pequeño gesto (como tirar una bolsa al mar) podemos estar causando un daño inimaginable.
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