Con métodos nanotecnológicos, comprobaron que el animal tenía una capa exterior de ganoina, dura y resistente a la penetración de objetos punzantes como dientes; otra de dentina, que es más suave y disipa la energía, y una tercera de isopedina, con una estructura de "contrachapado" que proporciona una segunda línea de defensa contra mordiscos profundos. La cuarta capa es la capa basal ósea.
Los científicos pusieron a prueba la "armadura" del pez simulando un mordisco en una escama extirpada quirúrgicamente. Hallaron entonces que su hábil diseño impedía que el daño se extendiera por toda la escama, sino que se circunscribía a un círculo en el área afectada.
La secuencia y grosor de las capas, y la manera cómo están unidas, son "clave en la preservación de una fortaleza mecánica y resistencia a la penetración, al tiempo que tienen un peso ligero para facilitar la movilidad del pez", señala "Nature Materials".
"Con este conocimiento, hay un gran potencial para el desarrollo de mejores materiales estructurales inspirados biológicamente", para soldados o vehículos militares, afirmó la directora del estudio, Christine Ortiz, profesora asociada del Departamento de Ciencias de Materiales e Ingeniería del MIT.
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