domingo, 15 de julio de 2012

Las especies invasoras son incluso más dañinas que los incendios forestales

Las especies invasoras "causan más daños ambientales que los incendios forestales", asegura Ismael Sanz, educador ambiental y coordinador del proyecto VoluntaRíos, programa desarrollado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

El Ebro alberga de manera autóctona cuatro tipos de almejas, llamadas náyades, y más reconocidas por una de ellas, la Margaritifera auricularia, en peligro inminente de desaparición entre otros factores por la aparición de especies foráneas, como la almeja asiática, ahora de relevancia, o el mejillón cebra, un viejo conocido.

La almeja asiática, descubierta por primera vez en el Ebro hace unos diez años, ha sufrido una expansión brutal, que ha llevado a poder encontrar hasta mil ejemplares por metro cuadrado frente a las 4.000 totales que se cuentan de "margaritifera", señala Sanz, sobre todo en las zonas del río, el Canal Imperial y las acequias colindantes.

La introducción de especies foráneas, como la almeja asiática, "está destruyendo no sólo las almejas, sino toda nuestra fauna autóctona", puesto que estas forasteras se colocan en los fondos del río (los del Ebro son perfectos para ellas) y, desde ahí, consumen la mayoría del alimento en suspensión y del oxígeno del agua.

La almeja asiática, un pequeño bivalvo de unos tres centímetros de longitud, se diferencia bastante de los 15 o 18 centímetros que alcanza la Margaritifera, una especie cada vez más extraña en el cauce del Ebro y cuyo fundamental problema es que no es posible reproducirla en cautividad; de forma natural ya no cría, ha afirmado el experto.

"Durará hasta que dure y se extinguirá como otras muchas especies", afirma Sanz.

La almeja asiática tiene un efecto clarificador del agua y eso hace que la luz penetre mejor, lo que produce la expansión alarmante de mosca negra, con todas las infecciones que provocan sus mordiscos al ser humano.

"Es probable que venga de China, puesto que es de esa zona y allí la comen". Su consumo procedente del Ebro no es recomendable, advierte el experto, puesto que aunque la calidad del río va mejorando, todavía tiene suficiente carga contaminante.

"Necesitamos cierta regulación, pero necesitamos que el río siga vivo, volver a recuperar su dinámica y dejar que tenga crecidas de forma natural o artificial mediante los pantanos, para que arrastren a esas especies foráneas", concluye Sanz.

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