El estudio de los telómeros, los fragmentos de ADN que protegen los extremos de los cromosomas, ha cobrado protagonismo en los últimos años, como así lo reconocía el premio Nobel de Medicina de 2009. Los científicos saben que su acortamiento a través de los ciclos de división de las células está relacionada con el envejecimiento.
Un grupo internacional de científicos, con participación del profesor Jacob González-Solís, del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona (UB) ha estudiado los telómeros del petrel gigante antártico (Macronectes giganteus), un ave común en dicha latitud polar capaz de vivir más de 50 años. Y han descubierto que la longitud de los telómeros podría indicar su esperanza de vida.
Los investigadores, tras ocho años midiendo los telómeros en estas aves, descubrieron que los ejemplares que aún estaban vivos los tenían más largos que los que habían perecido. Este resultado sugiere que la longitud de los telómeros puede indicar si vivirán más o menos años, independientemente de la edad y el sexo.
El artículo, publicado en la revista Behavioral Ecology, es además el primer trabajo científico que revela, en aves, que los machos adultos del petrel gigante tienen secuencias terminales de ADN más cortas que las hembras. Se sabe que los telómeros de los machos son más cortos en el caso del ser humano y en otras especies animales, como las ratas.
A este respecto, no hay una explicación única. Para González-Solís, el diferente estilo de vida entre machos y hembras podría ser una razón, pero no lo explicaría todo. Según este experto, los machos se han hecho más grandes para poder luchar por las carroñas de focas y pingüinos en las playas antárticas, mientras que las hembras son más pequeñas, ya que se especializan en el cuidado de los polluelos. El aumento de tamaño llevaría implicado una tasa de división celular más alta, o más estrés oxidativo, y por lo tanto, el acortamiento de los telómeros. En cualquier caso, González-Solís recuerda que esto no encaja con lo observado en otras especies similares, y por ello, señala que harán falta más estudios.
Pero la mayor preocupación del petrel gigante antártico no es la longitud de sus telómeros, sino las agresiones causadas por el ser humano. Es víctima habitual de la captura accidental de los palangreros, y está incluido en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Con una población de cerca de 100.000 adultos, se cree que miles de estos pájaros murieron incidentalmente por culpa de buques ilegales durante la década de los noventa.
Un grupo internacional de científicos, con participación del profesor Jacob González-Solís, del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona (UB) ha estudiado los telómeros del petrel gigante antártico (Macronectes giganteus), un ave común en dicha latitud polar capaz de vivir más de 50 años. Y han descubierto que la longitud de los telómeros podría indicar su esperanza de vida.
Los investigadores, tras ocho años midiendo los telómeros en estas aves, descubrieron que los ejemplares que aún estaban vivos los tenían más largos que los que habían perecido. Este resultado sugiere que la longitud de los telómeros puede indicar si vivirán más o menos años, independientemente de la edad y el sexo.
El artículo, publicado en la revista Behavioral Ecology, es además el primer trabajo científico que revela, en aves, que los machos adultos del petrel gigante tienen secuencias terminales de ADN más cortas que las hembras. Se sabe que los telómeros de los machos son más cortos en el caso del ser humano y en otras especies animales, como las ratas.
A este respecto, no hay una explicación única. Para González-Solís, el diferente estilo de vida entre machos y hembras podría ser una razón, pero no lo explicaría todo. Según este experto, los machos se han hecho más grandes para poder luchar por las carroñas de focas y pingüinos en las playas antárticas, mientras que las hembras son más pequeñas, ya que se especializan en el cuidado de los polluelos. El aumento de tamaño llevaría implicado una tasa de división celular más alta, o más estrés oxidativo, y por lo tanto, el acortamiento de los telómeros. En cualquier caso, González-Solís recuerda que esto no encaja con lo observado en otras especies similares, y por ello, señala que harán falta más estudios.
Pero la mayor preocupación del petrel gigante antártico no es la longitud de sus telómeros, sino las agresiones causadas por el ser humano. Es víctima habitual de la captura accidental de los palangreros, y está incluido en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Con una población de cerca de 100.000 adultos, se cree que miles de estos pájaros murieron incidentalmente por culpa de buques ilegales durante la década de los noventa.
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1 comentario:
Me fascinan los estudios que se hacen. Es genial aprender más ymás...muy interesante, gracias.
Un beso.
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