Las hembras de una especie de mono, los geladas, parientes cercanos de los babuinos, muestran una tasa inusualmente alta de aborto involuntario después de que el macho dominante de su grupo es sustituido por un nuevo líder, según indica un estudio de la Universidad de Michigan.
El «efecto Bruce» -por el que las hembras embarazadas abortan de forma espontánea después de haber sido expuestos a un macho desconocido- ya se había encontrado en varias ocasiones en roedores de laboratorio. Sin embargo, ninguna evidencia concluyente de este efecto había sido demostrada antes en animales en libertad.
Durante cinco años, los investigadores examinaron a los geladas que viven en las montañas del Parque Nacional de Simien en Etiopía. Siguieron la pista de 110 hembras procedentes de 21 grupos diferentes a través de 28 reemplazos de machos dominantes. «La pregunta del millón de dólares, por supuesto, es cómo abortan estas hembras. ¿Responden sus cuerpos a una señal social? ¿A una señal química? ¿O es un combinación de las dos?, expone Jacinta Beehner, autora principal del estudio.
Los geladas viven en grupos familiares con un macho dominante y hasta una docena de hembras relacionadas. El macho dominante se aparea con sus hembras mientras él tenga el mando. Sin embargo, hay muchos machos «solteros» que están esperando su oportunidad para derrocarlo. Si uno de ellos tiene éxito, gana acceso a todas las hembras del grupo y, a menudo, mata a las crías engendradas por su predecesor. A los machos antecesores se les permite permanecer en el grupo como subordinados.
Al morir los bebés, el nuevo macho acelera el retorno a la fertilidad de las hembras lactantes. Las crías mayores que ya están destetadas están seguras, ya que sus madres pueden aparearse con el macho nuevo sin problemas. «Pero los lactantes no tienen ninguna oportunidad ante un macho adulto, a pesar de la protección de su madre», dice Beehner.
Para la madre, esto representa una enorme pérdida reproductiva. La hipótesis principal es que el «efecto Bruce» provoca el mal menor. Las hembras que terminan abortando son capaces de volver rápidamente a la fertilidad, se aparean de nuevo con el nuevo macho y sufren solo un pequeño retraso en la reproducción.
«En condiciones en las que la supervivencia infantil es mínima debido al infanticidio, la selección natural ha podido favorecer a las hembras para que conserven la capacidad de perder su embarazo antes de realizar una fuerte inversión en la gestación y la lactancia», explica Beehner.
El «efecto Bruce» -por el que las hembras embarazadas abortan de forma espontánea después de haber sido expuestos a un macho desconocido- ya se había encontrado en varias ocasiones en roedores de laboratorio. Sin embargo, ninguna evidencia concluyente de este efecto había sido demostrada antes en animales en libertad.
Durante cinco años, los investigadores examinaron a los geladas que viven en las montañas del Parque Nacional de Simien en Etiopía. Siguieron la pista de 110 hembras procedentes de 21 grupos diferentes a través de 28 reemplazos de machos dominantes. «La pregunta del millón de dólares, por supuesto, es cómo abortan estas hembras. ¿Responden sus cuerpos a una señal social? ¿A una señal química? ¿O es un combinación de las dos?, expone Jacinta Beehner, autora principal del estudio.
Los geladas viven en grupos familiares con un macho dominante y hasta una docena de hembras relacionadas. El macho dominante se aparea con sus hembras mientras él tenga el mando. Sin embargo, hay muchos machos «solteros» que están esperando su oportunidad para derrocarlo. Si uno de ellos tiene éxito, gana acceso a todas las hembras del grupo y, a menudo, mata a las crías engendradas por su predecesor. A los machos antecesores se les permite permanecer en el grupo como subordinados.
Al morir los bebés, el nuevo macho acelera el retorno a la fertilidad de las hembras lactantes. Las crías mayores que ya están destetadas están seguras, ya que sus madres pueden aparearse con el macho nuevo sin problemas. «Pero los lactantes no tienen ninguna oportunidad ante un macho adulto, a pesar de la protección de su madre», dice Beehner.
Para la madre, esto representa una enorme pérdida reproductiva. La hipótesis principal es que el «efecto Bruce» provoca el mal menor. Las hembras que terminan abortando son capaces de volver rápidamente a la fertilidad, se aparean de nuevo con el nuevo macho y sufren solo un pequeño retraso en la reproducción.
«En condiciones en las que la supervivencia infantil es mínima debido al infanticidio, la selección natural ha podido favorecer a las hembras para que conserven la capacidad de perder su embarazo antes de realizar una fuerte inversión en la gestación y la lactancia», explica Beehner.
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2 comentarios:
Muy interesante, imagino que si nacieran esas crias el nuevo macho las mataría como ocurre en otras especies. Pero este caso de aborto lo desconocia por completo.
Saludos.
carlos63: Así es. Digamos que es una forma de ahorrar tiempo y esfuerzos. Además, tengo entendido que hay otras especies que utilizan estrategias similares.
Un saludo ¡Y gracias por pasar!
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